mi casa es tu casa

 Cuando era niña e iba a ser mi cumpleaños, mi papá me decía "tu casa es un espacio sagrado, piensa bien a quién vas a invitar". En su momento, me daba mucha flojera y pensaba que mi papá lo decía para que yo no viera a todas mis amiguitas, o que no hubiera tanta gente en la casa. Con el tiempo fui invitando mucha gente a mi casa, gente con la que casi ni me llevaba o con la que casi no hablaba, pero venían. Dejé de hacerlo tan recurrentemente porque vino la pandemia y después de eso mi círculo de amistades disminuyó bastante. Después de eso vinieron los problemas en mi casa, yo dejé de hablar, me daba pánico conocer gente y terminé llendo a terapia para solucionarlo. La verdad, es que no sé si la terapia me ayudó mucho con eso, creo que sólo seguí poniendo barreras y poniendo filtros a las personas que conocía. En fin, conocí gente, no fueron por mis propios méritos pero ya con eso tenía compañía. Al inicio era una compañía incómoda y en muchas ocasiones, bastante desagradable, pero era una compañía que yo veía sincera, no obtenían nada de mí al ser mis amistades y yo, sólo obtenía su acompañamiento. Vinieron a mi casa y se quedaron a dormir, estuvieron en mi espacio y se integraron a este pequeño cachito de mundo que habito por algunos momentos. Después, llegó marzo y cambió tantos aspectos de mi vida, de las primeras cosas que vi que cambió en mi vida, fue como yo me sentía en mi casa. 

Mi casa es grande pero tiene paredes delgadas y pisos de madera que crujen cuando caminas por ellos. Tiene ventanas que no son muy gruesas y dejan pasar varios ruidos de la calle. Tiene varias puertas que dan a un patio de lozeta resbalosa y que se encuentra en desnivel. Tiene una fuente con un león en la punta, que dejó de funcionar hace varios años y de vez en cuando, se intenta que vuelva a brotar. Tiene una cocina con loza combinada, es azul y amarilla. Tiene un cuarto donde duermo y casi a las seis de la tarde le da una luz, que me hace pensar en lo bonito que es sentir que el Sol te apapacha. 

Mi cuarto da a la calle y cuando llegó marzo no pude dormir porque sentía que el haberlo dejado entrar a mi casa, le había dado mucho poder sobre mí. Lo cual es y no es verdad, es verdad que me sentía vulnerada porque ahora él sabía donde me encontraba la mitad del tiempo, él entró aquí y estuvo bajo el mismo techo, él entro AQUÍ. Sin embargo, él no tiene poder sobre mí. 

Ahora he invitado gente nueva a la casa, que en perspectiva, tengo muy poco de conocerles. Pero no por marzo voy a renunciar a la posibilidad de querer e invitar gente a mi espacio. 

    Canción coquetona para aprender a rehabitar los espacios de forma distinta https://open.spotify.com/intl-es/track/3PxAiEcdhmc88H5MrbURUo?si=b8674e739c9647f5


Comentarios

Entradas más populares de este blog

otra vez es marzo

Ya casi acaba el año, por qué sigo en marzo

pequeña ayaricita