pequeña ayaricita

 Cuando tenía seis años quería cambiarme el nombre a Rapunzel, ser rubia, tener ojos azules, vestir todo el tiempo con ropa color rosa, de peluche y que tuviera muchos brillos, tener un perrito de bolsa e ir así a todos lados. Yo quería ser veterinaria o cantante. 

En mi primaria hacían un concurso de talentos, yo quería cantar para poder ser la cantante que planeaba ser. Mi papá me acababa de regalar el disco "Sale el sol", de Shakira. Mi canción favorita de ese disco era "Loca" pero me parecía bastante sugestiva y muy sexosa para cantar en un concurso de talentos. Entonces, escogí una canción mucho más adecuada para la ocasión, escogí "Rabiosa". El día del show llegó y tres de mis amiguitas se habían juntado para hacer un baile mientras yo cantaba. Yo llevaba un vestido rosa con brillos y me había hecho trenzas en todo el cabello: para que cuando las deshiciera mi cabello quedara un poco rizado, la verdad sólo quedó con frizz. Estaba en las escaleras del escenario y no me pude subir, una profesora estaba intentando subirme, pero yo no podía, me quedé sentada en el piso por el pánico que me dio. Así fue como mi brillante y prometedora carrera de cantante terminó.

Cuando tenía diez años quería ser médica forense o maestra, me gustaba mucho ver series como "La ley y el orden", y también, era el momento que todos vivimos. en el que todos nos intentamos hacer los fuertes y buscamos aparentar que somos muy rudos. Mi plan era estudiar medicina forense en la UNAM, iba a meterme a filosofía y luego, hacer examen para entrar a medicina forense. La otra opción era ser maestra, no tengo muy claro el por qué pero me acuerdo que a mí me parecía muy curioso como las maestras podían saber de todo al punto de enseñarlo. Sabían matemáticas, historia, español, ciencias naturales, etc. Yo quería eso, saber de todo eso con tanto dominio para poder enseñarlo. También, siempre pensé que podría explicar mejor los temas para que no fueran tediosos y mis alumnitos imaginarios sintieran mucha pasión por mis clases.

Cuando tenía catorce años quería ser periodista o estudiar ciencias políticas, me di cuenta de que no me interesaba aprender nada de medicina y que en realidad, el funcionamiento del cuerpo me parecía bastante aburrido. Quería ser periodista porque quería poder hablar de todo lo que pasaba a mi alrededor. Había tantas cosas políticas, económicas, culturales, etc. que pasaban a mi alrededor que quería hablar de todo eso. Eso se relacionaba con las ciencias políticas porque quería hacer periodismo político, un periodismo político altamente influenciado por el feminismo que estaba en su mayor auge.

Estuve mis primeros tres años de prepa pensando que quería ser periodista pero en ese tercer año de prepa que tenía que escoger área tres, me di cuenta que me interesaba mil veces más todo lo que me contaba mi noviecito que veía en filosofía. Entonces, todo ese año que no hice nada, me la vivía en la biblioteca leyendo cualquier texto filosófico que encontraba: la verdad no entendí prácticamente ninguno, pero era algo que sí me interesaba. En mi cuarto añito de prepa me metí a área cuatro y fue lo más feliz que hice en mi prepa. 

No sé bien, en qué momento me decidí a estudiar dygi. Quería algo que tuviera que ver con la cultura y que me llevara a trabajar en museos, pero no sabía como qué, vi que dygi llevaba en su nombre la interculturalidad y ya, quedó como mi opción. La verdad es que filosofía siempre me hizo ojitos pero me dio pánico no tener campo laboral. Luego quise estudiar restauración, y estuve tan cerquita de hacerlo: a la distancia, me da gusto no haberlo hecho. 

Yo no soy lo que mi yo de diez años esperaba, no estoy, ni cerca de ser ese concepto que llegó a ser tan anhelado. Probablemente a mi yo de diez años le daría miedo lo que he decidido para mi vida, no la juzgaría, puesto que a mí también me da miedo a veces. Yo imagino que si mi yo de diez años y mi yo de veinte se vieran, mi yo de diez años juzgaría a mi yo de veinte, pero no le diría nada para no hacerla sentir mal. Me juzgaría pero también sería feliz de que estoy construyendo algo que me hace feliz. Mi yo de veinte vería con una ternura inmensa a ese ser con el que comparte rasgos y conciencia. 

Canción coquetona para todas las versiones de Ayari que nos trajeron hasta acá: https://open.spotify.com/intl-es/track/49EAN1FCYDbxfEHS3xJvby?si=610b0accdbb24165

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